Los pueblos y las áreas urbanas han sido históricamente los espacios de las relaciones sociales, donde la variedad, la densidad y la proximidad de las personas, las actividades y las estructuras urbanas han permitido la construcción conjunta de experiencia humana, de acceso a la comunicación y al conocimiento y también a la innovación. Han sido también los espacios en los que las relaciones sociales han construido un orden y una organización social. La desigualdad en el acceso a los servicios básicos, a la vivienda, a la educación, a la salud, a las oportunidades laborales, etc. tiene repercusiones en términos socioeconómicos, ambientales y políticos.

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De manera muy especial, los pueblos y los territorios locales pueden constituirse como motor de progreso social, de crecimiento económico y de espacio de convivencia y desarrollo. En sentido contrario, la ausencia de enfoques integrados y de estrategias territoriales genera importantes desequilibrios y disfunciones cuyo máximo sacrificio es siempre el social: poblaciones que envejecen, que se aíslan en el territorio, que no tienen acceso a los mismos servicios que el resto, pueblos que desaparecen o que subsisten con muy poca población, infraestructuras e inversiones que no llegan o que no vertebran adecuadamente el territorio, ausencia de oportunidades educativas o profesionales, etc.

Objetivos específicos

Buscar la igualdad de oportunidades desde una perspectiva de género, edad y discapacidad y ubicación territorial.

Reducir el riesgo de pobreza y exclusión social en entornos urbanos desfavorecidos.

Los pueblos, con independencia de su tamaño y situación serán motor de progreso y desarrollo en la medida en que sean capaces de mantener el equilibrio social, protegiendo la diversidad cultural, mezclando rentas, géneros, culturas, edades y profesiones y garantizando una elevada calidad de servicios. Será necesario actuar desde lo social, lo económico, lo urbanístico y lo medioambiental.

Agenda Rural Sostenible
Puntos de partida