



La morfología rural es el eje vertebral de soluciones formales que van desde la densidad edificatoria a la distribución de usos espaciales, el porcentaje de espacio verde o de viario, etc. Determina también la proximidad entre los usos y las funciones y está muy condicionada por el modelo de movilidad y el modelo de ordenación del territorio del que derive.
La planificación u ordenación del suelo debe perseguir estructuras rurales compactas y polifuncionales, que prioricen los procesos de reciclaje de los tejidos ya existentes. También se conseguirá actuar en la compacidad: reduciendo distancias entre usos, espacios públicos, equipamientos y otras actividades, para desarrollar patrones de proximidad que permitan un mayor número de desplazamientos a pie; convirtiendo el espacio público en un elemento estructural clave, que permita utilizarlo como verdadero espacio de convivencia y garantizando su calidad, en mayor medida que la cantidad.
Las infraestructuras y la forma del entorno rural condicionan los patrones de uso del suelo, la elección del transporte, la vivienda y los hábitos sociales. Una vez implantados en el territorio son muy difíciles de modificar y limitan el potencial de cambio en los entornos rurales ya consolidados, o la puesta en marcha de políticas que busquen la eficiencia en la asignación de los recursos.
Objetivos específicos
Mejorar la calidad y la accesibilidad universal de los espacios públicos.
Garantizar la dotación de servicios básicos.
Impulsar la regeneración y la revitalización.
Mejorar el medio ambiente urbano y rural, y reducir la contaminación.
Definir un modelo urbano y territorial compacto y equilibrado.
Mejorar la calidad y la sostenibilidad de los edificios.
El establecimiento y el mantenimiento en el tiempo de unas condiciones adecuadas de habitabilidad, tanto en la edificación, como en la vivienda, requieren el uso de recursos diversos y un amplio abanico de actuaciones, tanto públicas, como privadas. Alcanzar los ODS y dar respuesta a muchas de las necesidades emergentes de la sociedad requiere, inevitablemente, una transformación muy significativa de todo el patrimonio construido. Nuestros edificios y espacios públicos fueron proyectados para situaciones, necesidades y formas de vida cada vez más alejadas de nuestro presente, y mucho más del futuro que se debe construir.